sábado, 19 de julio de 2014

"Soy el saxofonista del cuarteto de Brubeck. Pueden reconocerme porque cuando no toco, lo que ocurre a menudo, aún sigo allí, apoyado en el piano"

Publicada el 18 de junio pasado en su blog Fischerman’s Tales, la siguiente columna de Diego Fischerman trata sobre Dave Brubeck y Paul Desmond, con especial énfasis en este último.

Martini seco

Dave Brubeck, se cuenta, empezó a tocar jazz por consejo de un compositor “clásico”, Darius Milhaud, que le daba clase en el Mills College. Paul Breitenfeld, más conocido como Desmond, un apellido que eligió al azar en la guía telefónica, era un graduado universitario en Lengua Inglesa que, según sus palabras, abandonó la literatura “porque sólo era capaz de trabajar en la playa y no dejaba de entrarme arena en la máquina de escribir”. Y, también, un saxofonista que aseguraba haber ganado “varios premios al saxo alto más lento del mundo, así como un galardón especial al silencio en 1961”.

No era su única frase genial. “Pasé de moda antes de que nadie me conociera”, aseguraba. Y definía: “Creo que de forma inconsciente quería sonar como un martini seco”. Brubeck y Desmond no siempre tocaron juntos y el pianista lo sobrevivió treinta y cinco años. Pero, por algún motivo, cuando se habla de uno de ellos es inevitable hacerlo también del otro. Y hasta el tema más célebre de Brubeck es, por supuesto, de Desmond: ese “Take Five” que utilizó un compás de cinco tiempos en el jazz y que convirtió al disco que lo incluía, Time Out, en el máximo hit de la historia del género. "Nunca pensé que un solo de batería se haría tan famoso", fue la conclusión de su autor.

“Soy el saxofonista del cuarteto de Brubeck –decía Desmond–. Pueden reconocerme porque cuando no toco, lo que ocurre a menudo, aún sigo allí, apoyado en el piano.” Empezó a tocar con Brubeck en 1946, integrando un octeto modernista donde ya estaban inscriptas muchas de las obsesiones estéticas del pianista: el uso de acentuaciones irregulares (y nada usuales en el jazz), de la politonalidad, a la manera de Milhaud, y de formas provenientes de la tradición académica, como la fuga. Luego, hasta 1967, integró de manera estable el famoso cuarteto, al que más adelante regresó de manera esporádica. La disolución del grupo también fue objeto, obviamente, de su humor implacable: “Estamos trabajando como si el grupo estuviera pasando de moda, cosa que por supuesto está ocurriendo”, dijo. Una de las últimas colaboraciones entre Desmond y Brubeck fue el notable disco The Duets, de 1975. En 1976 volvió a conformarse el cuarteto, conmemorando los veinticinco años de su fundación. Y en 1977, antes de cumplir 43 años, Desmond murió de cáncer de pulmón. Su comentario ante el diagnóstico había sido el festejo público por lo bien que estaba su hígado de bebedor de whisky: “Impoluto, perfecto, uno de los grandes hígados de nuestra era. Bañado en Dewars y rebosante de salud”.


Entre la abundante producción del cuarteto se destaca el período en que grabó para el sello Columbia. Uno de esos discos, Jazz Impressions of Japan, de 1964 y grabado después de una de las numerosas giras a lugares a los que ningún otro grupo estadounidense llegaba, desde Polonia a Australia pasando por el Lejano Oriente, incluye una de las piezas más perfectas –y más bellas– de todo el jazz. Titulada “Rising Sun” y compuesta por Brubeck, allí puede encontrarse la quintaesencia del estilo de Desmond, tal vez el único saxo alto más cercano a Lester Young que a Charlie Parker. El melodismo de ese sonido puro, cristalino, la facilidad para desarrollar las posibilidades armónicas de una melodía y para llevarla, con la máxima naturalidad, a los lugares más insospechados, la imaginación para subdividir rítmicamente de maneras sorprendentes y jamás sobreactuadas, están allí en su versión más concentrada y exacta.

Ese grupo, conformado además por el baterista Joe Morello y el contrabajista Eugene Wright (un negro, lo que le hizo perder a Brubeck más de un trabajo en una época en que la integración no estaba muy bien vista), está allí en estado de gracia. Otra de las ediciones para no perder de vista es The Great Concerts, con extractos de las actuaciones en Amsterdam y en el Carnegie Hall, en 1963, y en Copenhague en 1968, y donde puede escucharse el exquisito swing que el grupo tenía en vivo, y la forma en que lograba que los ritmos y contrapuntos más intrincados sonaran con la fluidez más extrema. La obra de Desmond, no obstante, no se agota allí. Y, más allá de alguna incursión en instrumentaciones diversas –como en el excelente Skylark, editado por CTI en 1973, donde además del guitarrista Gabor Szabó y el pianista Bob James aparece una pequeña orquesta arreglada por Don Sebesky, en los iniciales quintetos de 1954 o en los históricos Blues in Time y Two of a Mind, que registró junto a Gerry Mulligan en saxo barítono– tuvo el formato casi excluyente del cuarteto con guitarra eléctrica, contrabajo y batería. Con Jim Hall grabó, en 1959, el notable First Place Again! (Percy Heath y Connie Kay, contrabajista y baterista del Modern Jazz Quartet, completaban el grupo). Y, en los 60, Desmond Blue (1961, con Georges Duvivier y Kay, además de una orquesta de cuerdas, corno y maderas), Take Ten (1963, con Kay y Eugene Chirico), Easy Living (con grabaciones realizadas ese año y el siguiente, con Kay y Gene Wright), Glad To Be Unhappy (1964, con ese mismo grupo), y Bossa Antigua (1964, también con la misma formación). Y, ya en los '70, se recorta una serie de grabaciones ejemplares con el canadiense Ed Bickert como guitarrista: Pure Desmond (1974, CTI, con Ron Carter y Connie Kay), y, con Don Thompson en contrabajo y Jerry Fuller en batería, varios registros realizados en vivo en Canadá: Like Someone in Love (Telarc, 1975), The Paul Desmond Quartet Live (Horizon, 1975), y Paul Desmond (del mismo año, en Artists House). Si algún sonido pudo parecerse alguna vez a un martini seco, allí, en esos notables ejercicios de autocontención, es posible encontrarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario