lunes, 18 de agosto de 2014

Un anticipo de la nueva visita de Chick Corea a la Argentina



Publicada en el diario Clarín, del 18 de agosto pasado, la siguiente entrevista entre Federico Monjeau y Chick Corea es un anticipo de la próxima visita del pianista a la Argentina.




“Mi misión es promover la libertad individual”

Nacido en Chelsea, Massachussetts, en 1941, el pianista y compositor Chick Corea forma un capítulo fundamental del jazz moderno. Entre 1968 y 1970 integró el quinteto de Miles Davis; en 1971 formó Circle (notable cuarteto de vanguardia completado por Dave Holland, Barry Altschul y Anthony Braxton) y grabó dos volúmenes de improvisaciones en piano solo para ECM que forman una de las grandes joyas de todo el jazz; en 1972 abrió la senda del jazz rock con Return to Forever; en 1976 renovó los lazos entre el jazz y la música española con el encantador My Spanish Heart. Su enorme discografía excede el campo del jazz, para incluir incursiones como dúos con el pianista clásico Friedrich Gulda y una formidable ejecución del Concierto para dos pianos K. 365 de Mozart junto con Keith Jarrett, mientras que sus Children Songs constituyen una exquisita extensión de Bela Bartok.

Ahora el músico vuelve a la Argentina para presentar su nuevo álbum The Vigil, con nueva banda y nuevas composiciones.La gira coincide con el flamante lanzamiento local de Portraits (Universal), de nuevo en piano solo, con standards, composiciones propias, reelaboraciones de piezas de Bartok y Scriabin y unos curiosos retratos musicales improvisados en salas de Cracovia, Vilnia, Casablanca e Easton (Maryland), con personas del público que aceptan subir al escenario y posar para estas breves pinceladas musicales.

“Ese es un juego que yo solía prácticar en casa con mi tío, con mi hijo o con amigos, y que todavía de vez en cuando hago”, cuenta el músico en conversación telefónica con Clarín. “Invento una pequeña melodía para describir su estado de ánimo y resulta bastante divertido”.

–¿Usted siempre necesita alguna imagen –objetiva o mental– como punto de partida para la improvisación?
No siempre. A veces puede ser algo más abstracto: un sonido o el recuerdo de un sonido; un acorde, dos notas. En el caso de losPortraits, no lo pienso mucho. Invito a una persona a subir al escenario y le pido que se siente en una silla cerca del piano. Le digo “hola”, le pregunto su nombre. Me dice “María”, por ejemplo, y ahí yo comienzo a crear una melodía como si estuviese pintando un retrato.

–Viendo el cuadernillo del disco, ¿le gusta mucho pintar y dibujar?
Es un hobby que me relaja. No son dibujos de Salvador Dalí, como usted habrá visto, pero es algo que me divierte hacer.

–Volviendo al tema de la improvisación, ¿cuál es la diferencia entre improvisar solo, como en su disco, e improvisar en grupo, como lo hará aquí con su banda?
Cuando estoy solo en la escena no hay ninguna otra influencia musical. Mi comunicación con la audiencia es muy directa, íntima. Con la banda es una conversación que viene y va. El pintor trabaja solo, el escritor también, pero el músico, en el caso del grupo de jazz, es hacer algo juntos en el instante mismo de la música.

–Usted siempre mantuvo una relación intensa con el repertorio clásico. ¿Qué piensa que puede darle usted como músico de jazz a un Concierto de Mozart, por ejemplo?
Nunca lo pensé en esos términos. Toco lo que me interesa, sin pensar en el efecto que esto pueda tener en la vida del repertorio clásico. Toco los autores que han significado una gran inspiración en mi vida como músico.

–Además de Mozart y Bartok, ¿qué toca con más frecuencia?
Voy cambiando, Bach está siempre, por supuesto. Pero últimamente me gusta mucho tocar en público alguna balada de Chopin o preludios de Scriabin.

–¿Cómo ve la escena actual del jazz en los Estados Unidos? Da la impresión de que el panorama es un poco más conservador que veinte o treinta años atrás, ¿no?
Todo es más conservador que veinte o treinta años atrás. El mundo se está volviendo cada día más maquinal y la individualidad de los artistas y de la creación, algo cada vez menos importante. No es así para la personas, pero sí para las instituciones. Es el modo en cómo la sociedad está evolucionando en un sentido más mecánico, y la música no está libre de eso.

–¿Y cuál es su posición como músico al respecto?
Cómo decirlo... mi misión es promover la libertad. La libertad individual. Quiero mantener la tradición de la improvisación y el contacto inmediato con la audiencia. Creo que eso es lo mejor que yo puedo ofrecer como artista.

–¿Qué podría decirme de su nueva banda?
Que tiene un fuerte toque latino y que está inspirada en la diversidad. Hay un bajista cubano, Carlitos del Puerto, y un percusionista venezolano, Luisito Quintero, y las conexiones con la música latinoamericana y el flamenco son muy estimulantes para mí. En la banda todo eso conecta con la tradición del jazz de Nueva York: Marcus Gilmore, el baterista, es nieto del gran Roy Haynes (también baterista). Charles Altura es un brillante guitarrista de California, mientras Tim Garland es un saxofonista y compositor que viene de Londres. Creo que esta diversidad le da una gran fuerza a la banda.


No hay comentarios:

Publicar un comentario