domingo, 31 de enero de 2016

Dee Alexander, Hamid Drake, Michael Zerang y Mulatu Astatké en Vitry-sur-Seine

Vitry-sur-Seine está situado a unos 4 km. al sur de París. Se trata de una comuna obrera, de 90.075 habitantes y autoridades comunistas que gobiernan la municipalidad desde 1925. Forma parrte del llamado Cinturón Rojo de París.

Allí, tuvo lugar el segundo concierto de Sons d'Hiver en el Theatre Jean Vilar, que se ubica justo enfrente de la municipalidad local. Inaugurado en 1972, ocupa una superficie de 600 m2 y puede recibir a 1200 espectadores, en un especie que se adapta a las circunstancias. 


La primera parte estuvo a cargo de Dee Alexander, en canta y voz, acompañada por Hamid Drake Michael Zerang, ambos en batería y percusión. 

Foto: Vivian Scheinsohn
Dee Alexander es una cantante "secreta" de Chicago que se ha presentado con Ahmad Jamal, David Sanborn, Earl Klugh, Gerarld Albright, Roy Ayers, Joshua Redman y The O'Jays, entre muchos otros músicos. Con un registro natural de mezzo soprano, puede no obstante hacer lo que quiera con la voz y pasar de agudos extremos a la imitación del Louis Armstrong de "When the Saints Go Marching In" sin que medie el menor esfuerzo. 

Foto: Vivian Scheinsohn
En la oportundiad, estuvo acompañada por los bateristas y percusionistas Michael Zerang, (también natural de Chicago y frecuente colaborador de Ken Vandermark, Peter Brotzman y Joe McPhee, entre muchísimos otros) y Hamid Drake, a quien, probablemente, no haga falta presentar. El concierto comenzó con un dúo de baterías a los que de a poco se fue sumando la voz de Dee Alexander, quien hacía las partes de contrabajo, trombón, trompeta, guitarra y otros instrumentos sirviéndose de su voz. A esa priemera demostración de virtuosismo siguió un tema de Thelonious Monk y varias canciones presuntamente africanas. Y si bien la demostración de virtuosismo vocal resultaba asombrosa, era imposible despegar los ojos de lo que hacía Drake, acaso "el" baterista del momento. En un momento del show, ambos hombres dejaron las baterías y se ubicaron en primer plano con respectivos panderos. Si hasta entonces uno asistía embelesado a lo que ambos venían haciendo con sus respectivas baterías, a partir de ese momento se hizo evidente que estaban varios metros más allá de todo lo que uno pudiera esperar. Nuevamente Drake se robó el show y sin dejar de tocar su pandero, se acercó al micrófono y se puso a gantar con una voz profunda y una afinación perfecta. Y más allá de los muchos méritos de Alexander y Zerang, justificaba el viaje al suburbio.

La segunda parte del show tuvo como estrella central a Mulatu Astatké, compositor, vibrafonista, pianista y percusionista etíope que, en la década de 1950, inventó lo que se denominó como "ethiojazz". Se trata de una fusión de ritmos etíopes, llenos de inflexiones propias de la música árabe, con el jazz y la música latina, que descubrió durante sus estudios en Londres y en el Berklee College de Boston. Elogiado por Duke Ellington, tuvo un perfil relativamente bajo hasta que el director de cine Jim Jarmusch utilizó dos de sus temas en la banda sonora del film Broken Flowers (2005), con Bill Murray, Sharon Stone, Jessica Lange, Julie Delpy y Chloë Sevigny, entre otros actores. El éxito fue tan grande que, desde entonces, Astatké se convirtió en una superestrella.

En la oportunidad, la banda estuvo formada por un seleccionado de músicos ingleses, con un excelente James Arben en saxo tenor y flauta, Byron Wallen en trompeta, Danny Keane en violoncello, Alexander Hawkins en piano y teclados electrónicos, John Edwards en contrabajo,  Topm Skinner en batería y Richard Olatunde Baker en percusión. La música, por cierto muy simple (un riff que se repetía y que pasaba de un instrumento a otro o que se subrayaba en medio de una improvisación) dependía fundamentalmente de la calidad de los arreglos y, por supuesto, de las interpretaciones. Y no defraudó. 

Foto: Vivian Scheinsohn
Fuera de la presencia algo opaca del líder (vibrafonista mediocre y percusionista inexistente), tanto Arben, con sus muchos e interesantes solos, como Keane, tocando el cello como si fuera una guitarra o sampleándolo para improvisar sobre la base creada sobre el instrumento, se robaron la noche. Capítulo aparte corresponde a la base rítmica que fue, en todo momento, impecable y, en oportunidades, imponente, con un muy buen trabajo del contrabajo.

Inútil decir que, promediando la hora y media de show (al cabo de la hora y media previa de Alexander, Zerang y Drake), el público ya deliraba, bailando incluso en sus sillas (y se incluye acá a la fotógrafa que acompañó a Fondebrider en esta oportunidad). También que la música de Astatké dejó en claro dónde estaban las raíces del reggae. Pero ésa fue una reflexión posterior que Fondebrider se permitió ya en el auto, mientras Eliane Chamber Loir manejaba y Vivian Scheinsohn todavía se movía a consecuencia de lo que había pasado en el escenario, mientras el suburbio quedaba atrás y los tres volvía a París.




No hay comentarios:

Publicar un comentario