miércoles, 13 de enero de 2016

Primeras pruebas de que el bleue de Auvernia no es roquefort o Hernández en París

Así como hay gente desconfiada y maliciosa que, a pesar de las fotos y otras evidencias, duda de la llegada del hombre a la luna, es posible que haya quien dude de la llegada de Guillermo Hernández a París. Sin embargo, hay pruebas irrefutables de ello, como se puede ver en las fotos que ilustran su epopeya.

La llegada se produjo sin problemas en un vuelo de línea. El fiel Jorge Fondebrider estaba esperándolo en el aeropuerto de Roissy Charles De Gaulle y, al cabo de un viaje en el RER y de una combinación de subtes entre la línea 4 y la 12, Hernández llegó al departamento que había sido rentado para alojarlo a tres cuadras de la estación Jules Joffrin, en el norte de París.

Luego de intercambiar información sobre queserías y conciertos, Hernández y Fondebrider se dispusieron a hacer una primera incursión de Joseph Gibert para ver qué había. Y había cosas, como se enteraran de aquí a un par de semanas los clientes de Minton's.

El periplo continuó por el Boulevard Saint Michel en dirección a la rue Monsieur Le Prince. De ahí Hernández desembocó en el carrefour del Odeon para luego internarse por la rue Saint André des Arts. Posteriormente, ambos amigos cruzaron el Sena donde se tomaron las primeras fotos, de las cuales la que ilustra esta página es una de ellas.




La tarde prosiguió así, con un paseo por el Boulevard de Sebastopol y una cena comprometida previamente con unos amigos de Fondebrider.

Ya en la casa, Hernández recordó el objeto del viaje y exigió la prueba de que el almacenero de Merlo no tenía razón. Para quien así lo dude, aquí está la prueba.

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