miércoles, 20 de enero de 2016

René Urtreger en el Duc des Lombards

Acaso envalentonado por su visita al Musée d'Orsay, donde la semana anterior disfrutó especialmente la obra de Edgar Degas, Guillermo Hernández, a la salida del Centro Pompidou, donde decidió pasar la tarde del lunes, le comenta al fiel Fondebrider que uno de los pisos del Museo de Arte Moderno estaba cerrado por reparaciones y que no pudo sacarle todo el debido provecho a su entrada. Así, luego de reclamar "¡12 euros!" y de espetar un sonoro "Estos franceses me garcaron", indica con la cabeza un bistrot de la rue Saint Martin en el cruce con la rue Rambuteau, 

Allí, munido de la correspondiente cerveza, se dedica a esperar a Monsieur Jean Gerard (un viejo amigo de Fondebrider, quien nunca bebe alcohol salvo que sea estrictamente necesario), con quien esa noche ambos amigos van al Duc des Lombards para ver a  René Urtreger.

El veterano pianista esa noche se presenta en trío, en el marco de la sexta edición del Festival French Quarter, del Luc des Lombard, una suerte de cabalgata parcial por el jazz francés contemporáneo, donde también estuvieron o van a estar Pierre Christophe, Didier Lockwood, Raphaëlle Atlan Quintet, Thierry Maillard, André Ceccarelli & Dominique Di Piazza, Rémin Panossian Trio, Samy Daussat, Laurent Coulondre Trio, Pierre de Bethmann Trio, Olivier Témime, Jean-Philippe Scali Quintet, Gregory Privat, Elina Duni Quartet, Alan Jean-Marie Trio, Baptiste Trotignon & Minino Garay (que de francés no tiene ni el blanco del ojo) y Walter Ricci & David Sauzay Quintet. 

Luego de comer el debido confit de canard en el bistrot ya mencionado, los tres protagonistas de esta historia llegan al Duc des Lombards, que tautológicamente se ubica en la esquina de la rue Duc des Lombards y el Boulevard de Sebastopol. Rudamente rechazados por la señorita a cargo de la admisión, que les indica que es temprano, se ponen a hacer la correspondiente cola hasta que a las 21.30 en punto se abren las puertas. Consiguen así una mesa en la segunda fila y piden las bebidas del caso. Caipirinha para Jean, interminables cervezas para Hernández y el primero de tres calvados para Fondebrider (que aquí sí consideró estrictamente necesario beber alcohol). 

Pierre Michelot, Miles Davis, Lester Young y René Urtreger en 1956
Urtereger, muy simpático y amable, se paseaba entre las mesas saludando a amigos, conocidos y público hasta que a las 21.45 exactas subió al escenario acompañado por Yves Torchinsky en el contrabajo y Eric Dervieu en la batería. Para quien esté corto de datos, Urtreger, luego de aprender piano clásico pasó al jazz, formándose con Don Byas y Buck Clayton. Luego tocó con Jay Jay Johnson, Stan Getz, Zoot Sims, Stéphane Grappelli, Bobby Jaspar, René Thomas, Lionel Hampton, Chet Baker, Lester Young y Miles Davis, con quien luego de grabar la música para la película Ascenseur pour l'échafaud, de Louis Malle, giró por Europa entre los años 1956 y 1957. 

Luego de tocar en la década de 1960 en las orquestas que acompañan a Serge Gainsbourg y Sacha Distel, Urtreger se presenta con sus propias formaciones y como acompañanate de Lee Konitz, y Dizzy Gillespie. Ganador de innumerables premios, es una de las máximas estrellas del jazz francés y una referencia del jazz europeo.


Por su parte, Yves Torchinsky se formó con Philippe Drogoz, Patrice Caratini y Christina Gentet. 

Miembro de la Orchestre de Contrebasses (integrada por Jean-Philippe Viret, Christian Gentet, Olivier Moret, Etienne Roumanet, Xavier Luqué y Torchinsky ) desde su creación en 1989 y del trío de René Urtreger con Eric Dervieu, ha colaborado con el Denis Badault Trio, Xavier Cobo Quartet, Renaud García-Fons, Simon Spang Hanssen, Claus Stötter, y la Orchetre National de Jazz, bajo la dirección de Franck Tortiller.

En cuanto a Eric Dervieu (que este año cumplió 31 años como integrante del trío de Urtreger), acompañó a Sonny Stitt, Steve Grossman, Johnny Griffin, Enrico Pieranunzi, Al Grey, Peter King, Joe Newman, Tony Scott, Ted Curson, Jimmy Forrest, Eric Alexander, Pepper Adams y Eric Le Lann, entre muchos otros.

Luego de una introducción hablada, que fundamentalmente giraba alrededor de que no iba a hablar mucho durante el concierto (consigna que nunca se cumplió), Urtreger comenzó a tocar y sus acompañantes lo siguieron.


El primer dato de la noche es el increíble entendimiento que existe entre los tres músicos, fruto sin duda del tiempo que llevan tocando juntos. Luego impacta la elegancia de Urtreger, quien tanto en los muchos standards de la noche como en los temas compuestos por él, es de una delicadeza extrema que, sin embargo, no deja de lado los rasgos de humor. Y no se trata aquí de innovaciones, como ésas que suelen reclamarles los malos cronistas porteños a las viejas estrellas del jazz. En un momento del concierto Hernández le dijo al oído a Fondebrider: "Este estilo de tocar se muere acá, con ellos", lo cual no fue en absoluto una queja, sino más bien una corroboración.

En algún momento del show Urtreger invitó a subir al escenario al cantante Laurent Naouri, sentado entre el público. Según el artículo que le reserva Wikipedia, se trata de un barítono francés, de origen judío de destacada actuación internacional, con un repertorio que comprende un espectro que abarca desde Monteverdi a la música contemporánea. "Sus roles más destacados son Guglielmo (Cosi fan tutte), Fígaro (Las bodas de Figaro), Eugene Onegin, Mefisto (La Condenación de Fausto), Germont (La Traviata), Escamillo (Carmen) y en especial papeles en ópera barroca, temprana y opereta. Ha trabajado con directores como Maurizio Benini, William Christie, René Jacobs, Marc Minkowski, Simon Rattle, John Nelson, Bernard Haitnink, Colihn Davis y Kent Nagano". Ese mismo señor, entonces, subió para cantar "One of Those Things", "Body and Soul" y "Love For Sale" acompañado por el trío. 


El concierto, lleno de alternativas y lujos, se extendió por dos horas y al final Urtreger saludó a los presentes, incluido Guillermo Hernández, quien, como se ve, estaba más que contento con la velada. Fondebrider le dijo que hacía más de dos décadas que venía vendiendo los discos del pianista en Buenos Aires, lo cual, sin duda, también motivó la sonrisa del francés.

Antes de salir, los tres amigos charlaron un rato con el magnífico baterista, quien les contó que, si bien habían tocado en todas partes, nunca habían ido a Latinoamérica. Hernández y Fondebrider tomaron debida nota.

Ya en la calle, con tres grados bajo cero, los amigos se dirigieron a Les Halles, donde Jean Gerard tomó el RER y Hernández y Fondebrider la línea 4, hasta Marcadet Poissoniers, para luego perderse en la rue Ordener, la rue Poteau, su ruta. 








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