viernes, 4 de marzo de 2016

El Claudia Quartet en el Sunset/Sunside de París


A pesar de que la saga parisina de Guillermo Hernández terminó hace más de un mes, sus pedidos se multiplican, y el fiel Fondebrider, que se quedó en esas playas con el objeto de reponerse, sigue ocupándose a cuatro manos de las necesidades del disquero amigo. Recién llegado de Barcelona y de Valencia (donde a pedido de Hernández tuvo que comprar butifarra y arroz para paella, respectivamente), y a punto de embarcarse para Dublín (de la que Guille reclama posavasos con el logo de Guinness), tuvo no obstante tiempo de ver en París al Claudia Quartet en el Sunset/Sunside, local ubicado en el 60 de la rue des Lombards, del que ya se ha hablado anteriormente en este blog (ver entrada del 3 de abril de 2013).


El Claudia Quartet es, en realidad, un quinteto formado por Chris Speed (clarinete y saxo tenor), Ted Reichman (acordeón), Matt Moran (vibráfono), Drew Gress (contrabajo) y John Hollenbeck (batería). 

A la fecha han grabado, para Blueshift y, fundamentalmente, para el sello Cuneiform, The Claudia Quintet (2002), I, Claudia (2004), Semi-Format (2005), For (2007), Royal Toast (2010, con el acordeonista Gary Versace), What is the Beautiful? (2011, con el cantante Kurt Elling y Theo Bleckmann) y September (2013). El resto del tiempo, sus integrantes se dedican a proyectos solistas o a integrar otros grupos.

En más de una oportunidad se ha discutido si lo que hace el Claudia Quartet es jazz u otra cosa. A John Hollenbeck, principal compositor y líder natural del grupo la cuestión parece no importarle en lo más mínimo. Como tantos otros músicos de su generación, se nombra músico a secas y deja las clasificaciones para la crítica que, a pesar de sus objeciones, no puede sustraerse al encanto del grupo.

En la oportunidad, y sin que medien explicaciones, el Claudia Quartet se materializó en París con Jeremy Viner en clarinete y saxo tenor, Red Wierenga en acordeón, Matt Moran en vibráfono, Robert Landfermann en contrabajo y John Hollenbeck en batería. Vale decir, apenas dos de los fundadores del grupo y el resto, recién llegados.

Jeremy Viner es un saxofonista neoyorkino, que hasta la fecha ha integrado las orquestas de Steve Lehman, Tyshawn Sorey, Rafiq Bhatia y John Hollenbeck. Forma parte, asimismo, del cuareto de saxofones Battle Trance y del grupo de cámara Bing & Ruth.

Por su parte, Red Wierenga, además de acordeonista es pianista y compositor. Integra el Respect Sextet y ha grabado en varias oportunidades con el Claudia Quartet. Pero también ha colaborado con David Crowen, Ensemble Siognal, Salo y el Fireworks Ensemble, entre muchos otros.

El alemán Robert Landfermann es acaso el nuevo miembro con mayor prosapia. Además de sus propios proyectos, se ha presentado y grabado con Joachim Kuhn, John Scofield, Lee Konitz, Julian Arguelles, Django Bates, Tomasz Stanko, Markus Stockhausen y una larguísima lista de músicos estadounidenses y europeos.

La música del show se basó en composiciones de Hollenbeck, generalmente presentadas por el baterista con alguna anécdota: "El tema 'Coach' ('Sofa') lo escribí en honor de un sofá que tenía mi compañero de cuarto en la universidad. Cuando se fue, se lo llevó y desde entonces extraño dormir ahí. Por eso compuse esto". O "Aunque existió Papa Joe Jones, yo escribí 'Philly' en honor al gran baterista 'Philly Joe Jones', que era de Filadelfia. Y me gusta tanto que quiero hacerlo copiando la manera que él tenía de tocar". O también "Petersborough es un lugar donde los artistas pueden hacer lo que deseen y se les provee de magníficas condiciones para crear. De hecho, hasta a uno le traen la comida que siempre es rica. Por eso llamo este tema como ese lugar, aunque se inspira en 'Appalachian Spring' del gran compositor estadounidense Aaron Copland". 

Cuando se lo ve tocar a Hollenbeck, cuando se observa el enorme despliegue de energía que lleva a cabo, uno entiende que tanta cháchara es una manera de tomar aire y de permitirle, a su vez, a Matt Moran recuperar el aliento. Ambos son absolutamente fascinantes de ver y no debería considerarse una exageración decir que Hollenbeck es uno de los grandes bateristas de la actualidad.

La música, por cierto muy escrita, dio muy poco espacio a la improvisación. Se trataba, más bien, de un grupo de cámara que funcionaba a dos velocidades: una, la que imprimían clarinete, saxo y acordeón; otra, la de la batería y el vibráfono. Y en el medio, relacionando todo la muy sólida labor del contrabajo. En síntesis, una música muy bella, magníficamente ejecutada, del que acaso sea uno de los grupos más interesantes de la actualidad.

Dicho lo cual, como en todos estos relatos, Fondebrider se perdió en la noche. 

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