viernes, 25 de noviembre de 2016

The Cookers arrasaron en la inauguración del Buenos Aires Jazz 2016

A dos días de comenzado el festival Buenos Aires Jazz, Diego Fischerman publicó hoy en Página 12 el comentario sobre el concierto de apertura a cargo de The Cookers.

Mezcla de potencia con sutileza y detalle

La sala llena, la expectativa, un cierto clima de fiesta y excitación. Una nueva edición del Festival de Jazz de Buenos Aires, magistralmente curado por Adrián Iaies. Y una música, la de uno de los grupos más extraordinarios de la actualidad, en un sentido rigurosamente etimológico, que colmó todo lo que podía esperarse de ellos.

En formato de sexteto –bastante habitual en sus actuaciones–, el grupo llegó a esta inauguración del festival con un cambio y una baja. El legendario Stanley Cowell –si fuera necesario demostrarlo con apenas un par de discos, allí estarían Illusions Suite y el Winter Moon de Art Pepper, donde resulta una pieza fundamental– reemplazó al igualmente legendario George Cables, y el trompetista Eddie Henderson, recientemente accidentado en Londres, no fue de la partida. Esa particular combinación de potencia con sutileza y detalle, composiciones complejas e interpretación al filo del abismo, no se vio mermada en absoluto.

La mayoría de los temas pertenece a Billy Harper y a Cecil McBee (que, incidentalmente, también formaba parte de Winter Moon). Ellos, junto a Billy Hart, han participado en infinidad de proyectos juntos y son, en grupo o por separado, responsables del sonido de mucho del mejor jazz  de las últimas cuatro o cinco décadas. Harper, por su parte, ha tocado mucho con Cowell –por ejemplo, en el notable Such Great Friends, de 1991, donde también estaba Hart– y los recién llegados, el brillante saxofonista Donald Harrison –que fue parte de una de las postreras ediciones de los Jazz Messengers de Art Blakey y de un magnífico quinteto con el trompetista Terence Blanchard–, y David Weiss, un virtuoso trompetista que oficia como aglutinador del grupo, no les van en saga. Lo que sale de lo ordinario, en este caso, no es sólo el altísimo nivel musical de sus integrantes y, desde ya, la apabullante seguridad con la que manejan el lenguaje, sino, sencillamente, el hecho de que toquen juntos.

The Cookers tiene un nombre de grupo (nombre perfecto, por otra parte) y funciona como tal. Ya en los intrincados cambios armónicos y de pies rítmicos del tema que abrió el concierto, el bellísimo “The Call of the Wild and Peaceful Heart” –que también inicia el último álbum, al que da título– fue notable, por encima de las virtudes individuales, de la fuerza perpetua de su baterista o del salvajismo de los solos, el nivel de interacción, la manera en que están conectados entre sí, como solo pueden estarlo quienes además de compartir una enciclopedia, de tener una misma lengua materna –el Hard Bop, qué duda cabe–, se conocen entre sí hasta el punto de adivinarse.

Un formato con desarrollos largos para cada pieza, con solos extendidos y llevados al propio límite por cada uno de los integrantes, y una exacta combinación de desenfreno y lirismo hicieron que la presentación estuviera entre los muchos puntos muy altos que este festival ha tenido a lo largo de su historia. La única mancha tuvo que ver con el sonido. Micrófonos inadecuados para los saxofonistas, una batería amplificada como si se tratara de una big band y no un grupo camarístico –desbocadamente camarístico, pero camarístico al fin– y un contrabajo cuya esencia como instrumento jamás fue entendida hicieron que el fantástico auditorio de La Usina se convirtiera es un club de fomento barrial, lleno de ecos y resonancias indeseadas, estridente y sin planos ni detalle.


domingo, 20 de noviembre de 2016

¡Ojo al piojo que se larga!

The Cookers 



Hoy, Diego Fischerman, en Página 12, traza un breve panorama de lo que se puede esperar este año del Festival de Jazz de Buenos Aires. En la bajada de la nota se lee: “En la Usina, el Colón, tres clubes jazzeros y hasta el anfiteatro de Parque Centenario, visitantes como el súper grupo The Cookers, el trío Tamarino y el pianista Stanley Cowell serán figuras de un encuentro que impulsa los cruces con músicos argentinos”.




Locales y visitantes, por los mejores caminos del jazz

La  imagen fue utilizada por la revista especializada Down Beat y pocas podrían ser más afortunadas. Según la publicación, el septeto The Cookers cultiva un estilo “no tomen prisioneros”. Súper grupo de héroes del bop duro, sus integrantes fueron fundamentales en grupos de Art Blakey, Herbie Hancock, Max Roach, Charles Lloyd y Lee Morgan, entre muchos otros. Tocan como quienes son: músicos que hablan un cierto lenguaje desde la cuna. Todo aquello que las nuevas generaciones deben aprender trabajosamente, ellos lo tienen. Aunque jamás piensen en ellos. Y aunque las notas y los ritmos se parezcan, su música no es igual a la de nadie por la sencilla razón de no hay grupo que tenga tanta historia encima como ése.

Por esas cosas de los encasillamientos, o de la falta de casillas suficientes para albergar a fenómenos únicos como ellos, The Cookers fueron elegidos, en la encuesta de críticos de Down Beat del año pasado, como “mejor banda emergente”. Pocos días antes de llegar a Buenos Aires para abrir el Festival de Jazz de Buenos Aires de 2016, su integrante más joven, el trompetista y productor David Wess, de 49 años, se ríe: “Lo tomo como un halago; quiere decir que estos monstruos todavía pueden estar empezando. Aprendiendo. Y con el espíritu de una banda que asoma”. Billy Harper en saxo tenor, Eddie Henderson en trompeta y una base mortal conformada por Cecil McBee en contrabajo y Billy Hart en batería son los más veteranos, junto al pianista George Cables, que no viajará esta vez, por problemas de salud, y será reemplazado por otro viejo compañero de ruta, Stanley Cowell. A ellos se suman Weiss y Donald Harrison, en saxo alto, que entró en lugar de Craig Handy. “La energía increíble que tiene este grupo –dice el baterista– se la debemos a Harper. No para de escribir, de componer, y además tocar con él obliga a exigirse al máximo. Creo que en The Cookers todos tocamos realmente en el máximo de nuestras posibilidades”.


Las visitas internacionales del festival este año serán tan variadas como deslumbrantes. A The Cookers, que actuarán en el Auditorio de La Usina (Caffarena y Pedro de Mendoza) el miércoles 23 a las 20.30, se agrega el trío Tamarindo, integrado por tres de los creadores más destacados dentro de las tendencias más experimentales del jazz –el saxofonista Tony Malaby, el contrabajista William Parker y el baterista JT Bates–, que se presentará en esa misma sala el jueves 24, en un concierto compartido con el saxofonista argentino Pablo Ledesma en dúo con el pianista Agustín Fernández. También en La Usina, pero en la Sala de Cámara, y a las 19, estará el cuarteto Todos Los Pájaros, el grupo que formó en Francia el talentoso baterista Fran Cosavella. Y ese día, a la tarde, Stanley Cowell dará un concierto de piano en el Salón Dorado del Colón y al siguiente lo hará el notable contrabajista William Parker junto al pianista argentino Ernesto Jodos. El genial dúo del clarinetista Emile Parisien y quien tal vez sea el mejor acordeonista del momento, Vincent Peirani, se presentarán en La Usina el viernes 25, el cuarteto del clarinetista Luois Sclavis lo hará el domingo 27 y en el cierre, el lunes 28, actuará la cantante portuguesa Maria Joâo junto a Guinga, un extraordinario compositor y guitarrista brasileño.

Vincent Peirani y Emile Parisien
La saxofonista chilena Melissa Aldana, junto a su trío estadounidense, el cubano Ibrahim Jr, el trío del polaco Kuba Stankiewicz, el del italiano Dado Moroni, el del croata Matija Dedic y el del iraní Arian Houshmand, el contrabajista chileno Roberto Lecaros al frente de su cuarteto y Rubén Rada con un grupo donde lo instrumental tendrá el protagonismo, serán parte del atractivo del festival donde, no obstante, mucho de lo propio e irrepetible tendrá que ver con los cruces y encuentros entre músicos argentinos y extranjeros.
Estos cruces tendrán lugar en tres clubes que alimentan la escena cotidiana del jazz en la ciudad: Thelonious, Café Vinilo y Bebop. Allí estarán, entre otros, Richard Nant junto a Lucio Balduini, Christian Ramond y Ramesh Shotham, Eddie Henderson con Mariano Loiácono, Miguel Rodríguez, Jerónimo Carmona y Enzo Carpentieri, Juan Cruz Urquiza con Greg Burk, Rodrigo Agudelo, Sebastián De Urquiza y Gijs Dijkhuizen, Rodrigo Dominguez con Juan Filipelli, Stefano Senni y JT Bates, Tony Malaby junto a Juan Pablo Arredondo, Carlos Alvarez y Sergio Verdinelli, Sebastián Jordan con José “Pepe” Angelillo, Julián Adam Pajz, Diana Arias y Matías Mardones y Emile Parisien junto a Eduardo Elia, Roberto Lecaros y Valentin Schuster. Por su parte, en la sección “Proyectos Especiales” se presentan dos conciertos de características poco frecuentes: por un lado, el sello de jazz KUAI homenajeará a Jorge López Ruiz con la reinterpretación de Bronca Buenos Aires de 1972 por parte del KUAI Ensamble (grupo de trece compositores e improvisadores ligados al sello); por otro lado, el encuentro entre Andrew D’Angelo y los músicos que integran la Big Band del Conservatorio Manuel de Falla. Entre los músicos argentinos que participarán, se destacan el guitarrista rosarino Carlos Casazza, que actuará con el bandoneonista Martín Sued y el baterista Carto Brandán, el trío SenaneS 3, el Trío Aura, las cantantes Macarena Robledo, Verónica Sala y Barbie Martínez, el cuarteto de Andrés Boiarski, la pianista Lilian Saba –que interpretará a Bill Evans–, Ramiro Flores y El Jardín de Ordoñez,  el cuarteto de Arturo Piuertas, el trío de Pipi Piazzolla, el cuarteto de Bernardo Baraj y el grupo de Sebastián de Urquiza, que hace de la relectura de la obra de Hermeto Pascoal una de las bellas artes.

Carlos Casazza
Dentro del festival tiene lugar también un segmento bautizado como el celebrado ciclo Jazzología, curado y coordinado por su fundador, Carlos Inzillo. Con base en el Anfiteatro del Parque Centenario, allí tiene cabida el jazz más tradicional. El Aula, por otra parte, es una sección destinada a la formación, donde se realizan talleres para estudiantes y jóvenes intérpretes a cargo de grandes figuras del jazz local y extranjero. Con la coordinación de Roxana Amed, se llevará a cabo el taller de Canto por Joey Blake; y habrá también seminarios dedicados a ensamble, con Rodrigo Agudelo y Greg Burk; clínicas de batería por Billy Hart y de contrabajo por William Parker. Como novedad de este año, se agregan clínicas en Villa 20, Lugano y Bajo Flores, a cargo de profesores integrantes de La Bomba de Tiempo y de Mariano Loiácono. En Cine & Jazz, la sección fílmica del festival, se verán cuatro películas –que se proyectarán en el Salón Mayor de la Usina del Arte– donde el jazz no sólo funciona como centro dramático, sino también como cifra secreta, tono esencial y, acaso, espejo a través del cual los personajes se piensan a sí mismos y conciben su entorno. The Jazz Loft According to W. Eugene Smith, de Sara Fishko (Estados Unidos, 2015); Mo’ Better Blues, de Spike Lee (Estados Unidos, 1990); Standing in the Shadows of Motown, de Paul Justman (Estados Unidos, 2002); y La luz incidente, de Ariel Rotter (Argentina, 2015) que cuenta con música original de Mariano Loiácono, quien participará en la presentación de la proyección junto a Rotter el lunes 28 a las 18.30.